– México recurre al mercado japonés para financiarse mientras su déficit fiscal alcanza niveles preocupantes.
Monterrey.- El pasado 22 de agosto, México volvió a acudir al mercado japonés con la emisión de bonos samurái, recaudando aproximadamente 152.200 millones de yenes, equivalentes a unos 1.040 millones de dólares. Este instrumento financiero, que permite a países y empresas extranjeras obtener financiamiento en Japón, ha sido utilizado por México de manera recurrente a lo largo de los años, siendo esta emisión una respuesta a la creciente necesidad de recursos en medio de un déficit fiscal histórico.
Los bonos samurái son títulos de deuda emitidos en yenes por entidades no japonesas en el mercado japonés. Este tipo de bonos ofrecen a los inversores japoneses la posibilidad de diversificar sus portafolios mientras permiten a los emisores acceder a un mercado de capitales estable y altamente líquido. En el caso de México, la estrategia de recurrir a estos instrumentos se ha convertido en una herramienta clave para manejar sus necesidades de financiamiento externo, especialmente en momentos en que la situación fiscal del país genera preocupación entre analistas e inversores.
El creciente déficit fiscal de México, que ha alcanzado niveles no vistos en más de 30 años, ha sido motivo de inquietud, lo que ha aumentado la expectativa en torno a esta última emisión de bonos. La Secretaría de Hacienda justificó el uso de estos bonos como parte de su estrategia para diversificar sus fuentes de financiamiento y asegurar condiciones favorables para la deuda externa del país. Sin embargo, algunos críticos han señalado que el aumento de la deuda podría generar presiones a largo plazo para la economía mexicana.
No solo México, sino otros países de América Latina, como Brasil y Colombia, también han recurrido al mercado japonés en diversas ocasiones para financiar sus proyectos e infraestructura. El atractivo de los bonos samurái radica en las bajas tasas de interés que suelen ofrecer en comparación con otras fuentes de financiamiento internacional, lo que los convierte en una opción viable para naciones emergentes que buscan reducir los costos de su deuda externa.