– Tras los ataques del 7 de octubre y la ofensiva israelí, el presidente Joe Biden enfrenta una crisis diplomática que pone en duda la influencia de Estados Unidos en la región. La guerra en Gaza revela los límites de su capacidad para moderar el conflicto.
Miami.- Hace un año, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se convirtió en el primer mandatario estadounidense en visitar Israel durante una guerra activa. El motivo: la devastación causada por los ataques del 7 de octubre y la respuesta inmediata de Israel en Gaza. Biden, firme frente a las cámaras de televisión tras su reunión con el primer ministro Benjamin Netanyahu, pronunció palabras de apoyo inquebrantable: “No están solos”. Sin embargo, detrás de esas palabras de solidaridad, se encontraba una advertencia velada: no repetir los errores cometidos por un Estados Unidos enfurecido tras el 11 de septiembre.
Pese a su llamado a la moderación, los bombardeos sobre Gaza continuaron. Los edificios destruidos por misiles de fabricación estadounidense no solo arrasaron con vidas y hogares palestinos, sino también con las expectativas de una diplomacia más prudente que Biden había tratado de imponer. El presidente había advertido a Israel que la furia y el dolor no debían nublar el juicio, recordando las repercusiones globales de las decisiones tomadas tras los atentados de 2001. Sin embargo, sus palabras parecieron desvanecerse en el humo de los edificios derrumbados en Gaza.
En septiembre, Biden había utilizado el escenario de las Naciones Unidas en Nueva York para instar a la contención entre Israel y el grupo Hezbolá. Con el telón de fondo de una creciente tensión, el presidente estadounidense abogó por evitar una escalada mayor en la región, consciente de las consecuencias que un conflicto descontrolado podría traer a la estabilidad global. A pesar de su llamado a la calma, Netanyahu respondió con firmeza: “El largo brazo de Israel puede llegar a cualquier lugar de la región”. Esta declaración marcó un desafío directo a los esfuerzos de moderación liderados por Washington.
La imagen de Biden como mediador en Medio Oriente ha quedado dañada. El uso de armamento estadounidense por parte de Israel para devastar Gaza ha provocado críticas en la comunidad internacional y ha socavado su posición como líder en la promoción de la paz. La visita a Israel en tiempos de guerra, que inicialmente buscaba proyectar una alianza fuerte, ahora simboliza los límites de la influencia diplomática de Estados Unidos en una región devastada por el conflicto.