⁃ Estados Unidos y Nueva Zelanda son los únicos países donde la publicidad de medicamentos con receta es legal, generando controversia entre médicos y especialistas.
Miami.- Si enciendes la televisión en Estados Unidos, es altamente probable que te encuentres con anuncios de medicamentos para tratar una variedad de afecciones, desde la obesidad y la depresión hasta la diabetes y el cáncer. En cualquier momento del día, es común ver una secuencia de estos anuncios, uno tras otro. Esta práctica publicitaria es compartida solo por Nueva Zelanda, los únicos dos países en el mundo que permiten la publicidad de medicamentos con receta en televisión.
En 2022, las farmacéuticas gastaron aproximadamente 1.680 millones de dólares en campañas publicitarias solo para los 10 medicamentos más anunciados, incluyendo el popular antidiabético y adelgazante Ozempic, así como tratamientos para condiciones como pólipos nasales y artritis reumatoide. Esta inversión masiva ha suscitado un intenso debate sobre los beneficios y riesgos de permitir este tipo de publicidad directa al consumidor.
Muchos médicos y especialistas en salud han pedido la prohibición de estos anuncios, argumentando que pueden llevar a una medicalización innecesaria y al uso inapropiado de medicamentos. Según ellos, la publicidad directa al consumidor puede inducir a los pacientes a solicitar tratamientos específicos a sus médicos, influenciados más por el marketing que por una evaluación médica adecuada. «Los anuncios de televisión no proporcionan un contexto completo ni una visión objetiva de los riesgos y beneficios de los medicamentos», señala el doctor James Turner, presidente de la Asociación Médica Americana.
Por otro lado, las compañías farmacéuticas defienden su derecho a informar al público sobre las opciones de tratamiento disponibles, alegando que la publicidad puede empoderar a los pacientes a buscar ayuda médica para condiciones que de otro modo podrían no tratarse. Sin embargo, la creciente presión por parte de los profesionales de la salud sugiere que el debate está lejos de resolverse, y que podrían surgir nuevas regulaciones en el futuro cercano para limitar o prohibir estos anuncios.