– El país asiático impulsa una nueva generación de vehículos eléctricos con baterías de sodio, más baratas y sostenibles que las tradicionales de litio.
Pekín.- En las calles de Hangzhou, una ciudad al este de China, una hilera de modernos ciclomotores eléctricos acapara la atención de quienes pasan cerca de un concurrido centro comercial. A primera vista, parecen scooters comunes, pero su tecnología es todo menos convencional: no utilizan baterías de litio ni las más antiguas de plomo-ácido. En su lugar, funcionan con baterías de sodio, también conocidas como baterías de sal.
Estas nuevas baterías están empezando a ganar terreno en el competitivo mercado de la movilidad eléctrica. Con un precio que oscila entre los US$400 y US$660, estos scooters no solo son más accesibles, sino que también representan una alternativa más sostenible y menos dependiente de materiales críticos como el litio y el cobalto, cuya extracción implica elevados costos ambientales y geopolíticos.
El sodio, el componente principal de estas baterías, es uno de los elementos más abundantes en la Tierra y puede obtenerse fácilmente de fuentes como el agua de mar. Esto le da a China una ventaja estratégica al reducir la dependencia de las importaciones de litio, principalmente concentradas en países como Australia, Chile y Argentina.
Aunque las baterías de sodio todavía presentan desafíos en cuanto a densidad energética —almacenan menos carga que las de litio—, su bajo costo, estabilidad a altas temperaturas y facilidad de reciclaje las hacen ideales para vehículos eléctricos ligeros y almacenamiento estacionario. A medida que la tecnología madura, China lidera el camino en su implementación, anticipando un futuro en el que la sal podría mover al mundo.
