– Aunque cada vez es más difícil, todavía se hallan personas vivas entre las montañas de escombros que quedaron tras el terremoto en Turquía y Siria.
Hatay, Turquía. – Necla Camuz estaba alimentando a su bebé cuando comenzó el sismo de 7.4 en Turquía. Tras el siniestro, en pijama, recostada entre los escombros, en un edificio de esta localidad, solo pensó ser fuerte para su hijo.
Necla no veía nada, todo era “completamente oscuro”. Pero se dio cuenta que su hijo Yagiz, que significa valiente, aún respiraba.
Aparte del armario encajado junto a ella, la piel suave de su hijo recién nacido y las ropas que ambos vestían, no podía sentir nada más que cemento y escombros, describió la cadena BBC.
Perdió la noción del tiempo, y, sin saber que llevaba 90 horas bajo tierra, escuchó el ladrido de un perro y pensó que era un sueño. Los rescatistas dieron con ella y la sacaron.
Su esposo y su otro hijo también fueron rescatados. Hoy. los cuatro se recuperan en el hospital.
Aunque cada vez es más difícil, todavía se hallan personas vivas entre las montañas de escombros que quedaron tras el terremoto.
El vicepresidente turco, Fuat Oktay, anunció que que 1.2 millones de personas permanecen refugiadas en habitaciones estudiantiles. Otros 400 mil damnificados fueron evacuados de la región.
El costo económico del desastre podría ascender a más de 84 mil millones de dólares, según un cálculo de la federación de empresas Turkonfed.
Con información de AFP
